miércoles, 24 de febrero de 2010

Zeluan sufre el acoso de la administracion central



Los vecinos de la localidad han pasado de la vida apacible a los enfrentamientos, aún sin resolver, con la Administración central

La vida en Zeluán ha cambiado en el último año. El pueblo ubicado en la margen derecha de la ría de Avilés, en el que hasta ahora la vida había transcurrido apaciblemente, se ha convertido en los últimos meses en un polvorín de polémicas con la Administración central. Todo comenzó con el deslinde que la Demarcación de Costas propuso para la ría de Avilés. El organismo estatal dibujó una línea imaginaria en la que se marcaban los terrenos que fueron ganados al mar y que deberían ser de titularidad pública. Los vecinos criticaron duramente los límites planteados por la Administración porque afectaban directamente a sus viviendas y fincas. En la actualidad, los residentes de Zeluán aún están a la espera de una resolución definitiva.

Con el problema de Costas coleando, los vecinos se enfrentan ahora a la Confederación Hidrográfica, que ejecuta las obras del nuevo colector industrial de la ría de Avilés. El trazado discurre muy próximo a las mismas viviendas que ya se habían visto afectadas por el deslinde. Los vecinos proponen que se aproveche el canal ya abierto y que atraviesa el arenal de Zeluán, pero consideran que el Gobierno central hace caso omiso a sus peticiones. «Nuestra casa está en peligro, ya que por debajo está todo hueco y llega el mar», protesta Dolores Pulido, de 81 años. «Además, la solución que nosotros proponemos es más barata y eso se lo dijimos al Ayuntamiento para que se lo comunicara a Trevín, y así estamos», se lamentó César Muñiz.

A estos problemas hay que sumar el «vertedero» del arenal de Zeluán. «Esto es eterno, en verano lo limpian cada tres o cuatro días, pero en septiembre todo vuelve a estar como se ve ahora», asegura Muñiz, mientras señala un montón de botellas de plástico. Su mujer, María del Pilar Piquín, denunció los malos olores que causan la depuradora, ubicada a unos trescientos metros de la playa, y el propio vertedero. «Hay incluso aguarones», criticó Piquín, quien añadió que «hasta hace pocos años Zeluán era como una gran familia, sin ningún problema».

Pero en unos meses los vecinos creen que todo se ha vuelto en contra suya y confían en que los problemas que ahora sufren tengan pronto una solución satisfactoria. Y, así, volver a la paz de antaño.

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