La decimoctava edición de la comida en la calle bate récords de participación y miles
de personas hermanadas comparten mantel, prau y viandas bajo un sol de justicia
Se cumplieron las mejores previsiones, lució el sol y los avilesinos, hambrientos de folixa, salieron a comerse la calle con más ganas que nunca. Alrededor de 23.000 personas, la cifra más alta de la última década, según la organización, tomaron asiento en el comedor al aire libre en el que cada año se transforma la ciudad coincidiendo con el Lunes de Pascua. El Ayuntamiento instaló para la ocasión más de 14.000 sillas y 1.200 mesas en el casco antiguo para cubrir las más de 14.500 inscripciones que se habían formalizado en las últimas semanas. Pero los números se quedaron pequeños. En las aceras, bajo los soportales y, sobre todo, en el parque de Ferrera se congregó gente que hizo de las baldosas y del verde un mantel. La populosa comida en la calle cumplió ayer la mayoría de edad, 18 años de invitación al disfrute en el centro de la ciudad.
Las primeras en tomar asiento fueron dos gallegas de Ribadeo, las hermanas María Luisa y Micaela Fernández, quienes poco después del mediodía esperaban la llegada de sus familiares avilesinos en Camposagrado. «Todos los años nos reunimos la familia un día así, en total somos 36», sentenciaron estas mujeres, que llegaron a Avilés con un único propósito: «Pasarlo bien». ¿Y para comer? Las hermanas se esmeraron en la cocina: empanada gallega, filetes y, de postre, bollos de Pascua. «Todo para compartir», precisaron antes de que Balbino Fernández y Ana María Carragal degustasen viandas «made in casa».
El goteo de comensales fue constante. Ya hacia la una de la tarde eran muchas las personas que se aprestaban a dar cuenta de tortillas, empanadas y demás viandas en los barrios del centro y, según avanzó la jornada, más de uno improvisó quitasoles para hacer frente al invitado más esperado que llegó casi por sorpresa: Lorenzo, el astro rey.
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