martes, 3 de agosto de 2010
Perlas insulares en la costa de Gozón
Tierra entre olas que salpica el paisaje cantábrico del Principado, desde la desembocadura del río Nalón al límite oriental del municipio de Gozón
La franja del litoral comprendido entre la desembocadura del río Nalón y el límite oriental de Gozón posee en su haber algunas de las islas más peculiares de la costa cantábrica. En concreto, es posible contabilizar cinco ínsulas entre las que se encuentran La Deva -el islote asturiano de mayor envergadura- y la isleta fluvial de Los Kiwis, la cual alberga una de las mayores plantaciones de kiwis del Principado. Desconocidos o simplemente ajenos en la mayoría de las ocasiones, estos accidentes geográficos cuentan, en algunos casos, con un halo de misterio, misticismo e, incluso, leyenda forjado al calor de historias de la mar o del imaginario popular.
La isla fluvial de Los Kiwis se encuentra tierra adentro, a unos cuatro kilómetros de la bocana de la ría del Nalón. Situada a medio camino entre las vegas de Soto del Barco y de Los Cabos, esta ínsula ha sido escenario durante décadas de actividades ganaderas y agrícolas. Hace más de un cuarto de siglo, sus terrenos fueron adquiridos por la familia Olivo, propietaria de la empresa Kiwis La Isla, S. L., la cual fue la primera compañía asturiana dedicada a la producción industrial de este fruto austral.
El acceso a esta isla está restringido al tratarse de una propiedad privada y tan sólo se puede efectuar a bordo de una lancha cuando la marea está alta. La perspectiva que ofrece su contemplación desde las vegas praviana y sotobarquense impide hacerse una idea de la magnitud real de la isleta, cuyo carácter insular tan sólo es apreciable desde alturas próximas, como son el mirador de Monteagudo o el barrio sotobarquense de La Magdalena. Y es que sus dimensiones no son para nada desdeñables, pues su superficie supera las veinticinco hectáreas.
La envergadura de la isla de Los Kiwis se conjuga con unas condiciones del terreno que la convierten en un espacio idóneo para la actividad agrícola. No en vano cuenta con un estrato de tierra vegetal de un metro de profundidad, dos metros de arena de río y luego piedra que facilita el drenaje. El río Nalón ha sido el benefactor de esta riqueza, si bien, cada cierto tiempo, se convierte también en el verdugo de la misma, tal y como sucedió durante la riada del pasado mes de junio, en la que la furia de su cauce provocó varios desperfectos a la ínsula.
Apenas a varias decenas de metros del extremo norte de la isleta, en el lugar conocido popularmente como El Recodo, los sedimentos transportados por el río han dado lugar a otro pequeño islote donde hace apenas tres años habitó durante casi un mes una foca. Sin abandonar el cauce del Nalón, bajo el puente de La Portilla, se encuentra la isla de La Curuxa, cuya superficie se ha incrementado ostensiblemente durante las últimas décadas y en la que antaño pastaba un rebaño de ovejas.
Poniendo rumbo hacia el litoral del concejo de Castrillón se encuentra la isla de La Deva, la cual comparte el título de monumento natural con el playón de Bayas. Este islote recibe su nombre de una deidad prerromana vinculada al agua y pasa por ser el más grande de todo el litoral asturiano.
En concreto, La Deva se encuentra a unos 350 metros de la costa, posee una envergadura de unos 800 por 400 metros y su altura máxima es de 90 metros. Su carácter prácticamente inaccesible la convierte en un lugar de gran interés como refugio para varias especies de aves. Es empleada como zona de cría por una importante comunidad de gaviota patiamarilla y por varias especies amenazadas como son el halcón peregrino o el cormorán moñudo.
Ya en las inmediaciones del arenal castrillonense de Santa María del Mar, la siguiente parada se encuentra frente al mirador de Las Arribas, atalaya natural próxima a la isla de La Ladrona, en torno a la cual gira una macabra leyenda. No en vano la cultura popular acertó en llamar así a este islote porque en sus alrededores solían aparecer los cuerpos inertes de los ahogados. Al igual que sucede en La Deva, en esta ínsula nidifican varias especies protegidas y entre su flora se encuentra la berza marina, catalogada como vulnerable. Asimismo, cabe decir que este monolito está atravesado por una galería de Oeste a Este. Cada vez son más las voces que reclaman al Principado que esta ínsula sea declarada monumento natural.
Tras dejar atrás la oscura leyenda de La Ladrona, les toca el turno a los islotes gozoniegos de La Erbosa y El Sabín, incluidos en el paisaje protegido del Cabo Peñas. Con sus 4,2 hectáreas de extensión, La Erbosa es la segunda mayor isla del Principado tras La Deva, así como la ínsula asturiana más septentrional. Su carácter abrupto y su litoral, repleto de bajos y farallones, la convierten en un enclave peligroso para la navegación a la par que atractivo para las actividades subacuáticas.
Finalmente, una vez superado el siempre imponente Cabo Peñas, se llega a Luanco y a las tranquilas aguas de la ensenada de Aramar, lugar en el que se emplaza la Isla del Carmen y su capilla homónima.
El acceso a este islote se puede efectuar a pie en bajamar. Se trata de un enclave de gran devoción para los gozoniegos.
La isla fluvial de Los Kiwis se encuentra tierra adentro, a unos cuatro kilómetros de la bocana de la ría
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